martes, 24 de junio de 2008

Lagos

Se llega por un camino de tierra, algo mas allá del final del pueblo, cerca del mar. Casi no está iluminado y se tiene la sensación de que uno ha debido perderse y que ha equivocado la ruta. Al final, tras unos minutos, encuentra una casa de paredes blancas con un pequeño jardín. Hay un pozo y unas pocas mesas iluminadas con velas.

Pan blanco y mantequilla, aceitunas y cerveza portuguesa. Después dorada, pez espada, o dejarse aconsejar por la dueña del local. Si le resultamos simpáticos, al final de la comida, se acercará con dos vasitos de oporto y charlará en una mezcla de español y portugués, mientras ojea con aire profesional las otras mesas. Una vez solos, sintiendo la piel tostada por el día al sol y el sabor de la sal que queda en los labios tras bucear varias horas, se escuchará allá a lo lejos, hacia la zona donde no llega la luz, el sonido de las olas rompiendo en la cala do Camilo.

1 comentario:

Lunatica dijo...

como veras tengo buena memoria......acabo de meterme en tu blogs pa bichiarlo un poco.....veo k escribes muchas cosas....ya te dije k yo no suelo dedicarle tiempo a estas cosas, y no leo mucho asi k mis criticas no se si llegaran a ser constructivas para ti....es lo unico k e leido, y me a resultado clarificador y lindo...será porque estuve alli???? chaito....