jueves, 26 de junio de 2008

"El Nombre de la Rosa" de Umberto Eco

—No podéis reprocharos nada, habéis hecho todo lo que podíais.
— Todo lo que puede hacer un hombre, que no es mucho. Es difícil aceptar la idea de que no puede existir un orden en el universo, porque ofendería la libre voluntad de Dios y su omnipotencia. Así, la libertad de Dios es nuestra condena, o al menos la condena de nuestra soberbia.
Por primera y última vez en mi vida me atreví a extraer una conclusión teológica:
—¿Pero cómo puede existir un ser necesario totalmente penetrado de posibilidad? ¿Qué diferencia hay entonces entre Dios y el caos primigenio? Afirmar la absoluta omnipotencia de Dios y su absoluta disponibilidad respecto de sus propias opciones, ¿no equivale a demostrar que Dios no existe?
Guillermo me miró sin que sus facciones expresaran el más mínimo sentimiento, y dijo:
—¿Cómo podría un sabio seguir comunicando su saber si respondiese afirmativamente a tu pregunta?
No entendí el sentido de sus palabras:
—¿Queréis decir —pregunté— que ya no habría saber posible y comunicable si faltase el criterio mismo de verdad, o bien que ya no podríais comunicar lo que sabéis porque los otros no os lo permitirían?

3 comentarios:

Miriam Márquez dijo...

Hola Mario! Te apetece mandarme algunos microcuentos para que subamos alguno a mi blog? Sólo si te late, eh? Sin compromiso. Besos.

Nuria Cortés dijo...

Mario... ¿pero cómo no me avisas de este blog? ¡Qué buena pinta tiene!

Nuria Cortés dijo...

Por cierto, ¿estás en el facebook?