Una pequeña habitación. Una mesa con maderas de nombres exóticos; mukali, sapelly y ramín. Revistas de veleros, serrín y trapos gastados por el uso. Planos a escala con marcas de lápiz cubriendo las paredes. En las estanterías libros de vidas en el mar; Melville, Conrad, O´Brian...
Horas absorto, olvidado del mundo exterior. Sólo a veces, tras concluir una pieza o una parte de la cubierta, una mirada por la ventana. El sol y el viento que obligan a entornar los ojos. Asfalto transformado en mar, de un verde tan intenso como sólo es posible en un sueño de invierno.
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2 comentarios:
me encanta Mario!... "una habitación pequeña porque no hace falta más, veleros con los que navegar a otro mundo, planos a escala de liliputienses con los que soñar una nueva vida, la ventana por la que se volverán a ver con miradas de soslayo, suspirando por un pasado que le gustaría revivir, si tuviese una máquina del tiempo...todo cambiaría menos esta habitación"
por cierto, soy Lu. Besos
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